“Las propias palabras, que no son cosas, que sólo las designan lo mejor que pueden, y designándolas las modelan, incluso las que sirvieron de manera ejemplar, suponiendo que tal pudiera suceder en alguna ocasión, son millones de veces usadas y otras tantas desechadas, y después nosotros, humildes, con el rabo entre las piernas, como el perro Encontrado cuando la vergüenza lo encoge, tenemos que ir a buscarlas nuevamente, barro pisado que también ellas son, amasado y masticado, deglutido y restituido.”

“Cómo está Marta, preguntará él, Cansada, pero bien, responderé yo, y estas palabras también las andamos diciendo constantemente, no me extrañaría nada que cuando transitemos de este mundo hacia el otro todavía consigamos encontrar fuerzas para responder a alguien que se le ocurra la imbécil idea de preguntarnos cómo nos sentimos, Muriendo, pero bien, es lo que diremos.”